Oratoria: Los momentos de una presentación
Toda presentación tiene tres momentos claros y definidos, cada uno con un impacto y contenido diferente. El presentador debe asegurarse de diferenciar de manera contundente cada etapa a la vez que debe hacer transiciones sutiles, marcando un hilo conductor.
Este es el resumen de estos momentos:
Introducción: dígales lo que les va a decir.
Desarrollo: dígaselos.
Cierre: dígales lo que les dijo.
La introducción y el cierre son los dos momentos más importantes de la presentación. A continuación, desarrollamos sus objetivos y contenidos:
La introducción
“Dígales lo que les va a decir”
La introducción abarca los primeros minutos de una presentación oral. Según la duración total de nuestra presentación, la introducción puede durar un minuto o media hora. Es el primer gran hito de la charla para esa audiencia, para captar su atención, despertar su interés por el tema y definirá la relación el resto de la presentación, motivándolos a participar. Es nuestra única oportunidad de causar una primera buena impresión.
En este tiempo saludamos y damos la bienvenida, nos damos a conocer, rompemos el hielo, definimos los objetivos de la actividad, qué beneficios va a obtener la audiencia al escucharnos o participar de esa actividad y cómo va a ser la relación entre presentador/audiencia.
Para darnos a conocer, compartimos con la audiencia quiénes somos y en calidad de qué estamos allí presentes. La información que proveeremos sobre nosotros dependerá del tono -formal o informal- que queramos dar a nuestra presentación. Si es una presentación formal, y la audiencia lo valora, podemos compartir nuestros “títulos”. Esto es un comportamiento de la vieja escuela y puede crear distancia. En general, últimamente, las presentaciones pueden tener un carácter más informal, entonces, al presentarnos, podemos contar una anécdota de vida relacionada con nuestro tema, que nos llevó a compartir este tema con ellos y qué beneficio van a obtener si nos escuchan.
Si se trata de una actividad formativa, en esta instancia los participantes también deben presentarse, no sólo para conocerlos nosotros los presentadores, sino también que se conozcan entre ellos. Además, es el momento de verificar con qué expectativas viene la audiencia a la presentación.
En los primeros minutos también definimos la dinámica que los participantes seguirán a lo largo de la actividad. Les dejamos saber cómo queremos que se comporten. Por ejemplo, si será una disertación o esperamos que participen, en qué momento habrá preguntas, cuándo serán los recesos, uso de celulares, etc. A esto le llamamos el encuadre de la presentación.
Desde el lenguaje corporal es fundamental mirar a toda la audiencia, sonreír y no leer. Mirar a la audiencia ayuda a incluirlos, hacerlos parte y hacer contacto con ellos. Sonreír nos servirá no sólo para contagiar la sonrisa en la audiencia y generar simpatía, sino también, fisiológicamente, enviaremos un mensaje de bienestar a todo nuestro cuerpo, relajando los músculos. En estos primeros minutos no es recomendable leer. Deberíamos saber quiénes somos y para qué estamos allí, ¿verdad?
Escribir la introducción y ensayarla la suficiente cantidad de veces es clave, no sólo para generar el impacto necesario en la audiencia sino también para sentirnos plenos de recursos desde el comienzo. Si titubeamos al presentarnos, leemos o abusamos de muletillas, corremos más riesgo de flaquear el resto de la presentación, además de perder credibilidad ante la audiencia.
El cierre
“Dígales lo que les dijo”
El cierre es, junto a la introducción, el otro hito importante en una presentación. Las personas se irán vibrando con la sensación que desarrollen al final de la presentación, tanto en el dominio mental como en el emocional. En el dominio mental, la audiencia recordará los conceptos claves de nuestra presentación, a modo de resumen, recapitulación o conclusión. En el dominio emocional, sobre todo en las presentaciones que tienen un propósito motivador, la audiencia estará inspirada, por eso es aquí donde la emoción debe llevarse a su mayor intensidad.
Una recapitulación es una descripción de las afirmaciones hechas durante el desarrollo de la presentación. Una conclusión, es la exposición de una opinión del presentador en función de las afirmaciones realizadas.
El mensaje final puede ser un llamado a la acción: es una incitación a realizar algún cambio, a tomar consciencia de algo, reflexionar, donar, comprar, hacer, etc.
En el periodo de cierre también se puede abrir un espacio de preguntas y respuestas, si el tiempo es suficiente para responder adecuadamente. En este caso, es conveniente hacer un mensaje final luego de todas las preguntas y respuestas, para que el cierre quede más prolijo y en manos del presentador.
Si pretendemos que haya continuidad con esa audiencia, podemos presentar nuestros datos de contacto y siempre finalizar con un mensaje de agradecimiento y despedida.
El cierre debe notarse, la última palabra la tiene el presentador y desde su voz y lenguaje corporal debe marcar claramente que la presentación ha terminado.