Estrategia para cambiar Procastinación por Acción
Hábitos que funcionan: MEJOR AHORA
Cómo cambiar el arte de la procastinación por el arte de la acción
Con esto de que con la PNL cambiamos hábitos para mejor, y que es más fácil, consciente y efectivo, hace un tiempo que venía tratando (sí, “tratando”) de ordenar algunos hábitos en casa. Uno de los que más me molestaban, era el de dejar los platos sucios para lavarlos después. “Lo dejo para después” era la frase que me decía cuando dejaba el simple platito. Entonces qué pasaba: la próxima taza, también la dejaba para después, y los vasos y más platos y las ollas.. y al final, en lugar de lavar después de usar, lavaba para usar. Y cada vez que pasaba por la pileta de la cocina veía las cosas y sentía algo parecido a rabia conmigo misma mientras me decía “debería lavar los platos”.
Ese simple acto de procastinación, era un reflejo de muchas otras cosas que hacía en la vida, porque así como dejo los platos para después, también dejo para después muchas otras cosas: la escritura del trabajo final de la facultad, ordenar ese espacio del placard que está lleno de basura y objetos perdidos, juntarme con esa amiga que hace tiempo que no veo, ordenar la ropa colgando de la silla, limpiar la heladera, ir al médico a hacerme el control de rutina, ir a pasear a ese lugar que hace tiempo tengo ganas, y la lista podría seguir con interminables “lo dejo para después”.
No puedo echarle la culpa al tiempo, porque el tiempo simplemente ES, y yo hago lo que quiero con él. Decir “no tengo tiempo” es una falacia. Es simplemente esa frasecita que me digo “lo dejo para después”, que deviene en un cúmulo de elecciones que hago cotidianamente, procastinando una y otra vez y cargándome la mochila con una tonelada de cosas “para después”. ¿Y cuándo llega el “después”?
Llega cuando elijo que llegue. Llega cuando cambio mi diálogo interno y me digo otra cosa. Llega cuando cambio la estrategia de elección.
Volviendo al tema de los platos sucios… me di cuenta que la estrategia de procastinación era ese diálogo interno que ocurría en el instante que dejaba el plato sucio en la pileta: “Lo dejo para después” e inmediatamente miraba para otro lado. Decidí probar un cambio en esa estrategia: en lugar de decirme “Lo dejo para después”, decidí probar otra frase: “MEJOR AHORA”.
Al decirme “mejor ahora”, me doy cuenta de que efectivamente es mejor si desde ahora los dejo limpios, no solo para que la casa esté más ordenada y para que cuando necesite usarlos, estén disponibles. También para que mi cabeza esté más despejada y mi mochila más liviana.
Es una frase mágica, no miro para otro lado ni me distraigo con otra cosa. Inmediatamente empiezo a lavarlos y ya me siento mejor. Si de entrada pongo el foco en lo tedioso que es lavar los platos, no me dan ganas, pero si pienso en el final, en cómo me voy a sentir cuando me vaya a dormir sabiendo que dejé todo limpio y ordenado, una parte de mi cabeza también se libera, y queda disponible, tal como los platos, para ser usada en otra cosa. En definitiva, no lo hago por la casa o el orden, lo hago por mí, para sentirme mejor y dejar mi cabeza disponible para otra cosa, sabiendo que es mejor así, que es mejor ahora.
¿Qué es eso que vos también estás procastinando? ¿Para qué lo dejás para después? (Ojo, te pregunté para qué, no por qué).
Es tiempo de cambiar, basta de “lo dejo para después”… es MEJOR AHORA.
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